jueves, 8 de diciembre de 2011






A veces el invierno merece la pena por una tarde afilada, o por una frase hermosa que meter en la cama. Todo lo que sucede, tiene una intención, tú y yo, mañana, tarde y noche...
Extraña ciudad ésta, que llueve tu perfume y viste de melancolía los semáforos. Muda, como los faros, que creen tu ausencia en esa dirección.
El miedo es una rueda deshinchada, un almacén de sábados usados, y en cada indecisión del pie, eliges el camino que te venza el sueño. La vida es una carta.


Apareciste media hora antes de lo esperado y en el preciso instante en el que mis ojos te encontraron, quise morirme de la verguenza. De iso facto me tapé la cara con las manos, debía pensar que ese simple acto me haría desaparecer, que ilusa, eso sólo les funciona a los niños.

Te adoro.

" si me dices que ayer
cuando llamé dormías
sucede que en cualquier parte del mundo

ha habido una pelea detenida
los garrotes en alto
y el barro a medio muslo

los coches se apartaban al arcén
las viejas le pedían 
por señas al tendero

la gente ha estado amándose en silencio
hasta que has despertado"


" Hacemos el amor a media tarde
y luego nos duchamos
y nos ponemos ropa diferente
y nos arreglamos nos maquillamos
como para borrar
un rastro impropio antes de salir

y no nos damos cuenta
de que la ciudad nos pide olor a sexo
nos quiere despeinados
igual que un folio en blanco"




Ramiro Gairín Muñoz