sábado, 20 de agosto de 2011

Debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos más, hasta que comprendamos por fin que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que fracasar y cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado.

A veces, palabras como valiente y cobarde, antónimas absolutas cuyo significado se aleja hasta los extremos de un segmento imaginario, se tocan, se acarician, se hacen amigas. Intiman de tal manera, empatizan tanto, que un día no sabes quien es quien. Y es entonces cuando lo más valiente es ser cobarde, o cuando lo más cobarde es ser valiente. Y en ese momento, todo se vuelve del revés, y ya nada es lo que parece. Y lo malo y lo bueno van de la mano, y lo correcto y lo incorrecto saltan a la comba, y lo verdadero y lo falso nadan juntos en una piscina donde lo real y lo imaginario se divierten haciéndose aguadillas...

Y es que este calor insoportable me llena los pulmones de aire inflamable. Arde a 451 grados Fahrenheit, como ese papel que ya no sé llenar con letras, y escondida detrás del “ella” ya solo soy en tercera, ese ángulo donde el único que vive es el alter ego. Pero que suerte que ya me aburre mi corazón coraza.

Así que hoy, dejaré que ese grillo que me mantiene insomne en noches veraniegas, desaloje mi corazón y le abriré la ventana para que salte. Tengo una piscina solo para él, ya muda a estas horas, donde ese cri cri insoportable se perderá.
A veces se pierde pero siempre que la necesitas está detrás de ti para colore(arte) las pupilas con acuarelas o contarte los lunares. Recuerda que para encontrarla sólo tienes que seguir las flechas o cuando veas a Peter Pan seguro que está volando con ella. No es una va.lien.te pero le encantan las casualidades.Siempre que quieras, ella te invita a bailar encima de la cama y a comer bizcocho de chocolate.Si la encuentras, si te quedas...

Ataque de hormonas


Imagínate que eres un chico. No un chico cualquiera, eso no. Un chico de esos que escasean, de los de libreta en mano y bolígrafo repleto de ideas. Un chico de los que se sientan en bancos olvidados a crear recuerdos. Un chico de mirada perdida y sonrisa encontradiza. Un chico de esos que no llegan.
¿Lo tienes ya? Bien, pues ahora sitúate. Tú, el chico que hemos imaginado, el chico tímido y esquivo, el chico soñador y romántico, el chico de la libreta de anillas... estás apoyado en una esquina. No una esquina común, eso nunca. Es un lugar con cierta magia porque, desde esa esquina, puedes ver el vaivén de dos calles concurridas... puedes cazar historias al vuelo, puedes jugar a olvidar o encontrar sonrisas...
Ya que estamos centrados viene la parte más difícil porque, te tienes que esforzar para imaginártelo, ahora entra en escena una chica... pero no es una chica más, no es una chica común... es una chica de esas que te enamora con un pestañeo. La clase de chica que has soñado conocer toda tu vida. Con esa mirada que detiene el tiempo y esos labios que parecen contener el cielo. Es una chica que podría coger tu corazón y pisarlo hasta partirlo. Es una chica que, también, podría echar betadine a todas tus heridas. Una chica de las que no deja indiferente, una chica que lo es todo o nada.
Ahora dime, ¿qué le dirías?