jueves, 21 de abril de 2011

Ni más ni menos

Domingo. Parezco sacada del diario de Bridjet Jones, excepto por lo del abogado claro. Aún no he hecho la cama y llevo el pijama más hortera que he encontrado en el cajón exclusivo para ropa de dormir. Esa ropa que no suelo ponerme claro, excepto para atiborrarme de comida de morrín después de sábados sicodélicos. Anestesiar la “resaca” ya sabes. Quiero un jersey de renos, con nariz de payaso porsupuesto. ¿Sabes? Siempre parto las cascaras de los cacahuetes en miles de pedacitos y hago montoncitos con ellos y me suelo sobresaltar-asustar cuando los autobuses hacen ese ruido seco al arrancar. El hecho de comerme un petitsuise y que al destaparlo aparezca un corazón en un fondo plateado me hace sonreir como una tonta. Si, lo más sorprendente es que mi madre nos los sigue comprando, dios, nunca he entendido por qué los envases los siguen haciendo con recovecos. Cocino con Edith piaf, the temptations o James Brown. Ahora me ha dado por hacer postres, no se por qué mi madre se compró la termomix si no la utiliza. En el fondo te envidio, y no por le hecho de que te hayan hecho un cd para la semana del periodo, si no porque odies los romanticismos, las miradas penetrantes o compartir desayunos. Basta de películas, no hay nada que más odie que alguien hablando mientras yo intento concentrarme en la sucesión de imagénes. Ando “raro”, supongo que en mi pie izquierdo ni te has fijado. ¿Sorprenderme? Tengo que irme, pero tienes 45 segundos para conseguirlo.

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