miércoles, 4 de noviembre de 2009

dejando de fumar

No voy a defender los sinsentidos de mi corazón, mi cabeza lleva treinta segundos dirigiendo el motor que rige mis actos. El generador se está autoalimentando, ya no me necesita. Adiós a las dietas de ilusiones fugaces, nacidas a base de pensamientos perfectamente estructurados, bajo aquella bombilla que me iluminaba cuando menos me lo esperaba. Soy una ilusa, pensaba que la culpa era del interruptor, los cortocircuitos están a la orden del día o eso pensaba yo…quizá la culpa era de la bombilla, nunca me gustaron las de bajo consumo, aunque nunca viene mal no derrochar…¿Derrochar que? Energía?Inocencia?Fuerza electromotriz? Basta de justificaciones, me ha vencido la razón, lo reconozco, pero no es una derrota, no lo siento así, es otra lección descubierta, aunque todavía no haya tenido el tiempo suficiente para aprendérmela. Deje sueños apartados en la mesilla de mi habitación, y me hice la sorprendida al observar que se habían gastado, ya lo sabía de antemano, pero a veces “nos hacemos los tontos” y aunque no nos sirva de nada, lo seguimos haciendo, inventamos pretextos y nos olvidamos del resto. Llevo treinta míseros segundos comprendiendo que sólo hay una vida, solo una para que la fecha limite no nos venza, aunque a veces no podamos luchar (con el corazón) contra la caducidad de los sueños. Me dejo en manos de mi cabeza, hará lo correcto, estoy segura.

1 comentario:

Lia dijo...

bonito texto:) creo que te tengo en flickr, me encanta la foto de tu título. un beso!