jueves, 30 de diciembre de 2010

Desde siempre he pensado y puedo corroborar que soy una pupas. Todo empezó en la guardería, aquel lugar en el que robaba los bocadillos de jamón, si, así era yo. Me pillé el dedo corazón de la mano izquierda con una puerta, aliviar el karma ya sabeis. Creo que lo más gracioso de todo ello es tener una foto con el manto de la virgen del pilar, vestida de baturrica, con el monaguillo mas feo de toda la basílica, con dicho dedo con el hidraúlico puesto.

Tengo un cicatriz en la ceja desde segundo de infantil, me clavé las gafas mientras perseguía un balón en aquel patio del recreo, donde nadie se acercaba al campo de los mayores… por supuesto, el suelo amortiguo mi caida. Recuerdo que en esas mini sillas verdes, me metia plastilina y papel por la nariz, y en el momento en el que la “seño” se daba cuenta, “agilmente” yo resolvia la situación inculpando al chico de mi lado, si, el niño malo que llevaba el pelo a lo cacerola y levantaba la faldas a las niñas cuando estaban distraidas.

Saltaremos hasta Enero de sexto de primaria, la primera experiencia menstrual. He de reconocer que me pasan cosas de lo más peculiares, pero me encanta tener la piel curtida de experiencias. Tenía ganas de orinar y el hecho de no poder me resultaba incomprensible. Autobús urbano, dolor infinito. A escasos metros de llegar al cole, me tuvieron que coger porque me temblaban las piernas, asique me desperté entre un abrigo de bisón en las escuelas pías. Llamadita a casa.Urgencias.La médica dice que es un corte de digestión. Llegada a casa. Sangre. Mamá llorando porque ya soy mujer.Llamaditas para extender la “grata” noticia. Yo pasando vergüenza. Por cierto, mi colegio se llamaba Santa Rosa.

Tengo alergia a los hongos ambientales, ¿quién cojones tiene alergia a los hongos ambientales? Es de chiste.

Me partí el cubito y el radio patinando, el hecho de no poder sujetar la palmera de chocolate que me habia traido mi padre me hizo preocuparme. Operación. Escayola. A esperar.

Recordaré toda mi vida cuando me quitaron la aguja, la noté como pasaba por mis huesos, muy heavy. Cicatriz minima.

Me han quitado dos pecas en la espalda, una de ellas me podría haber provocado un suculento cáncer de piel. Detalle a destacar; a mi hermano le han quitado más de veinte.

Me operaron de nódulos, fue mi primera experiencia de acojonarme en un quirófano. La mesa estaba fría, y mientras me autoconvencía de que pasaría pronto, mis ojos casi se me salen de la cara cuando escuche que hablaban de apendicitis. En seguida me cambiaron de quirófano. Operación y unos cuantos días sin hablar. Era gracioso ir a todos lados con la pizarrica bajo el brazo.

Tengo faringitis crónica, cada cuatro meses tengo problemas de garganta, anginas y demás. La penúltima vez, me dio un acceso, que para los que no lo sepáis, es un cúmulo de pus en la garganta. Había dos opciones, una ahogarme y la otra, que la infección me llegase a los órganos vitales. Muy rico todo. Asique, creo que jamás lo he pasado tan mal estando ingresada.

Odio las salas de espera de urgencias, que te pinchen cien mil veces para ponerte el gotero, y sobretodo, ¿qué me decís de ese olor único de los hospitales?, puag!

Y aún con todo, sigo pensando que los peores dolores son los que sacuden al corazón, por mucho que las cicatrices sean símbolos de vida.

1 comentario:

thelastcaress dijo...

mi pequeña sara, te hiciste mujercita muy pronto xDDDDDDD viendo q a mi me llego con casi 17 años ojito ajjajaaa
vamos resumiendo: queeeeeee estasssssssssss hecha una mierda jajajajjajjajajaja